lunes, 7 de marzo de 2011

Nuestro mayor enemigo es la vanidad

Reproduzco a continuación un fragmento del libro "Donde el Viento y el Espíritu hablan" de D. Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo:
Cuando llegue el momento de presentarme ante el tribunal celeste -comentaba un rabino-, se me preguntará por mis pecados y estoy seguro de que haré todo lo posible por excusarme.
-¿Por qué no estudié más? Me faltó tiempo y talento.
¿Por qué no oré más? Estaba demasiado ocupado en alimentar a mi familia y atender los compromisos ordinarios.
¿Por qué no ayudé más? Por la fragilidad de mi salud.
¿Por qué no ayudé a los pobres? Porque yo también era necesitado.
Entonces escucharé la voz del tribunal:
-Ya que no estudiaste, ni rezaste, ni ayudaste a los necesitados, ni ayunaste, ¿de dónde viene tu vanidad?
Y bajaré la cabeza, mudo por el remordimiento y la vergüenza, porque todos los pecados tienen su raíz en la vanidad. Puedo fácilmente imaginarme estúpido, ignorante, inculto, indigno e impío y, sin embargo, estar pensando: "Pero qué grande soy, qué sabio y qué justo".
Esta parábola recuerda lo escrito: "Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Cuanto dijisteis en la oscuridad será oído a la luz y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas será proclamado en los tejados" (Lc 12, 1-3).

1 comentario:

  1. Este es un post de aquellos que al acabar dices: "Amén" porque no se puede añadir nada más. ¡Me ha encantado! Un abrazo

    ResponderEliminar