lunes, 31 de octubre de 2011

Romper la "barrera del sonido" de la finitud.

En esta víspera de la festividad de todos los Santos me ha parecido oportuno recordar el tema de los "novísimos". Gracias a la homilía que escuché ayer al sacerdote que presidió la Eucaristía a la que asistí, he acudido a una de las preguntas, y su respuesta, del libro "Luz del Mundo" del Papa Benedicto XVI (Una conversación con Peter Seewald).
En su discurso de Lisboa declaró usted que una tarea primordial de la Iglesia consiste en hacer a los hombres capaces de "mirar más allá de las cosas penúltimas y ponerse a la búsqueda de las últimas". La doctrina de las "cosas últimas", de los "novísimos", es un contenido central de la fe. Ella trata temas como el infierno, el purgatorio, el anticristo, la persecución de la Iglesia en el tiempo final, la segunda venida de Cristo y el juicio final. ¿por qué reina en el anuncio un silencio tan llamativo sobre los temas escatológicos, que, a diferencia de ciertos tópicos internos constantes de la Iglesia, son realmente de índole existencial e incumben a todo el mundo?

Ésa es una cuestión muy seria. Nuestra predicación, nuestro anuncio está orientado realmente de forma unilateral hacia la plasmación de un mundo mejor, mientras que el mundo realmente mejor casi no se menciona ya. Aquí tenemos que hacer un examen de conciencia. Por supuesto, se intenta salir al encuentro de los oyentes, decirles aquello que se halla dentro de su horizonte. Pero nuestra tarea es al mismo tiempo abrir ese horizonte, ampliarlo y mirar hacia lo último.
Estas cosas son arduas para los hombres de hoy. Les parecen irreales. En lugar de ellas quisieran respuestas concretas para el ahora, para las vicisitudes de la vida cotidiana. Pero tales respuestas siguen siendo incompletas si no permiten sentir y reconocer también por dentro que yo voy más allá de esta vida material, que existe el juicio, que existen la gracia y la eternidad. En ese sentido debemos encontrar también palabras y modalidades nuevas para hacer posible al hombre romper la "barrera del sonido" de la finitud.

sábado, 22 de octubre de 2011

Madre Verónica y Benedicto XVI

Ante las noticias aparecidas durante la última semana sobre el abrazo de Madre Verónica a Benedicto XVI, es bueno tirar de archivo fotográfico y hemeroteca para refrescar algunas memorias y evitar los comentarios precipitados y los juicios temerarios.

La primera vez que Madre Verónica estuvo con Benedicto XVI fue en abril de 2.010, en una audiencia en la Plaza de San Pedro.
En aquel momento Madre Verónica también tuvo un gesto espontáneo, de los que no se ensayan, sino que sale de lo más íntimo del ser. Madre Verónica se postró ante los pies del sucesor de Pedro y le besó los pies.
Esta imagen y este gesto no tuvieron la publicidad ni el derramamiento de tinta que ha tenido el reciente abrazo, sin embargo, es una preciosa fotografía que muestra muy bien el auténtico carisma de esta mujer y del nuevo Instituto Religioso.
Entonces eran aún Clarisas y el Vaticano estaba estudiando toda la documentación que habían presentado, a solicitud del Cardenal Rodé, para estudiar su nueva forma de vida.

En aquella misma audiencia Madre Verónica también saludó a Benedicto XVI con el clásico beso en el anillo del pescador.
En todo momento estuvo acompañada de su arzobispo, Don Francisco Gil Hellín, tal como se observa en las imágenes.
Todas estás imágenes son propiedad del archivo fotográfico vaticano y son públicas y pueden consultarse sin ningún coste en la página web www.photovat.com. No es complicado tener acceso a ellas.
Por todo ello, no es comprensible que escritores y periodistas llamados católicos intenten ensuciar el nombre de esta nueva congregación sin haberse informado previamente.

En el reciente encuentro del Papa con jóvenes religiosas en el Monasterio de El Escorial también hay una imagen muy representativa de la verdadera identidad de Iesu Communio. Se trata de la postración (otra vez) de la Hermana Getsemaní (novicia de Iesu Communio) a los pies del Santo Padre. Esta imagen tampoco ha aparecido en muchos medios de comunicación ni ha sido fuente de ningún tipo de comentario, pero creo que también es preciosa y muy esclarecedora.
Debo aclarar que la Hermana Getsemaní resultó elegida para ocupar este lugar como podría haberlo sido cualquier otra Hermana. Madre Verónica quiso acudir a aquel acto como una más, mezclada con sus Hijas, sin tener un lugar preferente. Por este motivo cedió el puesto que le habían adjudicado a ella para que lo ocupase una Hermana en representación de toda la Comunidad.
Una vez más la fotografía pertenece al archivo del Vaticano.
Por último está la reciente imagen del famoso abrazo de Madre Verónica al Papa Benedicto XVI el pasado sábado 15 de octubre de 2011.
Creo que ha quedado claro que no era la primera vez que se veían, como algunos han insistido en publicar en algunos medios.
Tuve el privilegio, como dije en mi anterior post, de estar allí presente y a nadie nos escandalizó el abrazo. El aplauso fue unánime de los más de ocho mil presentes en el aula Pablo VI.
El Centro de Televisión Vaticana (CTV) tiene colgado en su página web un vídeo del encuentro en el que puede verse la secuencia del abrazo. Es muy fácil leer en los labios la conversación que mantiene Madre Verónica con el Papa:
-¿Puedo darle un abrazo, Padre?
-¡Cómo no!

Personalmente me siento parte de ese abrazo. Yo también desee abrazar al Santo Padre en aquel momento. No pude hacerlo, pero sentí que los brazos de Madre Verónica eran los míos y que era yo quien besaba al sucesor de Pedro.

lunes, 17 de octubre de 2011

Testimonio de Madre Verónica en el Vaticano

Tuvimos el inmenso privilegio de estar allí, por pura Gracia de Dios. En otro post os contaré algunas cosillas. De momento, os invito a escucharla a ella.

domingo, 9 de octubre de 2011

Revestirse con el traje de bodas.

¿Cuál es el traje de bodas del cual habla el Evangelio? Ciertamente que este traje es una cosa que sólo la poseen los buenos, los que han de participar del festín. ¿Serán los sacramentos? ¿El bautismo? Sin el bautismo nadie llega a Dios, pero algunos reciben el bautismo y no llegan a Dios. ¿Es el altar o lo que se recibe del altar? Pero recibiendo el Cuerpo de Cristo algunos comen y beben su propia condenación. ¿El ayuno? Los malos también ayunan. ¿El frecuentar la iglesia? Los malos van a la iglesia como los demás.
El apóstol Pablo nos dice: El fin de los mandamientos es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera. Éste es el traje de bodas. No se trata de un amor cualquiera, porque a menudo se ve a hombres deshonestos amar a otros, pero no está en ellos esta caridad que nace de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles... si no tengo amor no soy nada. ¡Cuántos bienes son inútiles si falta un solo bien! Si no tengo amor, de nada me serviría que distribuyera todos mis bienes y confesara a Cristo hasta derramar la sangre por Él. Si me falta el amor, no sirve para nada. Éste es el traje de bodas.
San Agustín

jueves, 6 de octubre de 2011

Presentación del libro "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?"

Esta tarde, a las ocho, Jesús García presenta su libro "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?", será en el Colegio Fundación Caldeiro de Madrid. Os adelanto diez preguntas y sus respuestas que podéis leer en este libro:

¿Qué es la comunión?
La comunión es el Señor dentro de ti. El mayor gesto de amor que el Señor tiene para con nosotros. Es el sentimiento de sentirte amada hecho carne. Es hacer tangible por la fe el sentimiento de amor.

¿Qué tiene de especial el Señor?
Que es amor. La experiencia de Dios es el amor. Yo antes no sabía lo que era el amor. Yo vivía el amor de mis padres, de mis hermanos y de mis amigos, pero todo el amor que te pueda dar un ser humano nunca será perfecto, como ansía tu corazón. El Señor te da un amor perfecto.

¿Rezabas o simplemente estabas?
Me sentaba frente al Sagrario y, sencillamente, estaba allí. Yo estaba callada; estaba con Él. Me parecía que Él me había estado esperando todo el día, que por eso estaba ahí, en la Eucaristía.

¿Qué es experimentar a Cristo?
Yo lo que sentí fue todo su amor. Es decir, yo me sentí amada totalmente, absolutamente amada por Cristo, que es el amor absoluto. Sentí que un amor absoluto me llenaba... Interpreté que tenía que vivir de este amor, en el que todo lo demás sobra, debía dejarme hacer. Cuando me sentí totalmente amada por Cristo, todo cambió.

¿De dónde sacáis las fuerzas?
De la oración. Sin la oración no tendríamos la fuerza para la acción según Dios quiere.

¿Qué es la Eucaristía?
Un encuentro con Cristo, personal, único. Una conversión a Él. Es Cristo que me invita a una entrega total, partiendo de su total entrega. Es la mayor experiencia de amor que puede vivir un hombre y te compromete a eso, a amar totalmente. Es Cristo que se hace asequible a tu cuerpo para vivir la intimidad más íntima que se puede dar: la Comunión.

Y con Jesús, ¿se puede hablar?
¡Por supuesto! En el Sagrario ocurre algo mejor que ante una imagen. Ahí delante no tenemos una imagen suya, sino que es Él mismo el que está ahí. Es curioso, porque en la Eucaristía, sin tener su imagen, sin verle representado, no solo podemos hablar de corazón a corazón, sino cara a cara, porque aunque no le veamos representado, sí que está realmente.

¿Dónde radica la seguridad de que ese era tu lugar?
En la experiencia de aquel Sábado Santo, corroborada durante mucho tiempo en mis ratos de Adoración Eucarística. La Adoración era lo que me mantenía, porque ante el Señor, delante del Sagrario sólo estáis Dios y tú, y lo demás no importa nada. Solos Él y yo.

¿Qué era lo que te atraía de Jesús?
Creo que dos cosas. Una de ellas el ver que es una persona viva, y después, ver que esa persona viva era Dios. Cuando empiezo a conocer a esa persona viva que es Dios, me revela que, aun siendo Dios, necesita también de mí, y entonces eso te atrae más todavía: ver que siendo Dios omnipotente y todopoderoso que se basta él solo para todo, mendiga tu amor. Eso es lo más impresionante.

¿Merece la pena esta vida?
¡Hombre, claro que la merece! No tiene ni punto de comparación darle tu vida a Dios con nada más. Yo soy muy feliz, y no envidio nada de nadie de fuera. Es una gracia de Dios, lo sé. La vocación y la perseverancia. Son dos gracias que me ha dado Dios.

Cada una de las preguntas y respuestas corresponden a una de las celdas de este "Monasterio de papel". Estas diez mujeres no se conocen de nada, no se han visto nunca, son de distintas edades, de distintas procedencias, de distintas clases sociales incluso.
Estaréis de acuerdo conmigo en que podría tratarse de una entrevista a una única persona, y esto es lo curioso porque lo que les une es UNA ÚNICA PERSONA: CRISTO, su esposo.

sábado, 1 de octubre de 2011

1 de octubre. Santa Teresa del Niño Jesús.

SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS.Nació en Alençon (Francia), el año 1873. Siendo aún muy joven, ingresó en el monasterio de carmelitas de Lisieux, ejercitándose sobre todo en la humildad, la sencillez evangélica y la confianza en Dios, virtudes que se esforzó en inculcar, de palabra y de obra, en las novicias. Murió el día 30 de septiembre del año 1897, ofreciendo su vida por la salvación de las almas y por el incremento de la Iglesia.


SEGUNDA LECTURA

De la Narración de la vida de santa Teresa del Niño Jesús, virgen, escrita por ella misma
(« Manuscrits autobiographiques», Lisieux 1957, 227-229)

EN El CORAZÓN DE LA IGLESIA, YO SERÉ EL AMOR 


Teniendo un deseo inmenso del martirio, acudí a las cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron casualmente con los capítulos doce y trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme la paz.


Continué leyendo sin desanimarme, y encontré esta consoladora exhortación: Aspirad a los dones más excelentes; yo quiero mostraros un camino todavía mucho mejor. El Apóstol, en efecto, hace notar cómo los mayores dones sin la caridad no son nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.

Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido a mi misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. En la caridad descubrí el quicio de mi vocación. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno.


Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé:«Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado.»

RESPONSORIO Cf. Sal 20,4; cf. Jb 31, 18; cf. Ef 3, 18; Sal 30, 20 
R. Te adelantaste, Señor, a bendecirme con tu amor, el cual fue creciendo conmigo desde mi infancia; * y aun ahora no alcanzo a comprender la profundidad de tu amor. 
V. ¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles! 
R. y aun ahora no alcanzo a comprender la profundidad de tu amor.


ORACIÓN.


OREMOS,
Dios y Padre nuestro, que abres las puertas de tu reino a los pequeños y a los humildes, haz que sigamos confiadamente el camino de sencillez que siguió santa Teresa del Niño Jesús, para que, por su intercesión, también nosotros lleguemos a descubrir aquella gloria que permanece escondida a los sabios y a los prudentes según el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén