viernes, 14 de septiembre de 2012

MEDJUJOVEN'2012: Tu, Iglesia mia.

Ya nos hemos presentado todos y hemos convivido durante casi cuatro días en este autobús virtual. Después de tantos kilómetros, han sido muchas las horas compartidas y empezamos a ser un pueblo donde conocemos al vecino de al lado, y al de dos calles más abajo.
Cuando se lanza la campaña de la peregrinación no se pone ningún requisito a las personas que quieran animarse a este viaje, como tampoco lo he puesto yo en esta peregrinación bloguera. La consecuencia es que en los buses había peregrinos venidos de muy distintos lugares: Madrid, Extremadura, Valencia, Castilla-León, Castilla-La Mancha, Canarias, Galicia, Murcia, prácticamente de todas las zonas de España y también de Méjico, Colombia. No se pide ningún pasaporte para subirse a este carro.
Ni siquiera se pide el carnet de cristiano, ese que nos gusta tanto tener la potestad de repartir y que con tanta facilidad negamos al prójimo sin mirar antes si nosotros somos dignos de él.
La procedencia, en este último sentido, es muy variopinta: religiosas, sacerdotes, diáconos, cristianos comprometidos con sus parroquias, pertenecientes al Camino Neocatecumenal, a Cursillos de Cristiandad, al Opus Dei, Carismáticos; pero también cristianos de los que abandonaron la Iglesia hace muchos años y que por invitación de algún conocido o familiar han decidido ser partícipes también de esta experiencia única.
Tampoco se pide certificado médico ni condicionante alguno por razón de edad. Desde los más pequeños de 2 años hasta algunos rondando los 80, todos tienen su sitio.
Han bastado estos pocos días para que ese grupo que partía de Ventas empiece a ser un pueblo que camina unido en busca de Dios.
Hemos celebrado la Eucaristía en uno de los camping a primera hora de la mañana. Algunos de los acampados han permanecido ajenos a nuestra presencia, pero una señora italiana se ha parado a observarnos desde una de las vallas. Estaba emocionada ante el espectáculo que contemplaba y que nosotros, por ser parte de él, no podíamos ver. Este espectáculo no era otro que un grupo de 200 personas se acomodaba en el suelo, buscando resguardo del caluroso sol de la mejor manera posible o imposible en muchos casos, para celebrar la Santa Misa. La señora estaba boquiabierta hasta que la hemos invitado a unirse a nosotros, protegida bajo un paraguas ha asistido a nuestra celebración, sentada en el suelo hasta que le hemos facilitado una de nuestras sillas plegables.
La he visto emocionada en el momento de la comunión. Al finalizar se ha despedido dando las gracias a los que estaban más cercanos a ella y nosotros hemos corrido hasta los buses.
Esta es la imagen que recuerda aquel momento.
No creo que hayan sido nuestros cantos lo que le han atraído, pues, aunque nos esforzamos en hacerlo lo mejor que podemos, es complicado tener buenas voces a primera hora de la mañana después de haber dormido en tienda de campaña. Tampoco creo que haya sido nuestras vestimentas, pues os las podéis imaginar. Entonces, ¿Qué hace que una mujer que regresa de tomar el sol en la playa se detenga a celebrar la Eucaristía en un idioma que no es el suyo con un grupo de personas a las que no conoce de nada?
Yo creo que este es el misterio de la Iglesia, de nuestra Madre Iglesia, que cuando muestra el rostro de Cristo, atrae. Esto es lo que ha visto en nosotros, a la Iglesia, que como Madre que es, se ha mostrado abierta a través nuestro, dando lo que tiene. Y ¿Qué es lo que tiene? Pues a Jesucristo vivo y presente en cristianos que se aman, que sin importarles quien es quien, se unen, se ayudan, recogen sus tiendas, sacos y equipajes colaborando unos con otros y, rápidamente, se disponen a recibirle a Él para poder continuar el viaje.

A lo lejos se ven ya las luces del Podbro. Está anocheciendo, pero las ganas de llegar a Medjugorje pueden más que el cansancio.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Pasando el testigo.

Gracias a Inés María por esta iniciativa tan hermosa.
Este blog nació con la intención de compartir vivencias de fe. Aprovechando las posibilidades que nos da internet, poder comunicar, desde la humildad, experiencias y momentos que a mí o a los míos nos han acercado a Dios. No importa mucho lo bien o mal que lo hacemos, sino contribuir por este medio a la tarea evangelizadora que el mismo Señor nos encomendó.
He recibido el "testigo" de esta iniciativa y lo acepto. Esto supone unos requisitos que expongo a continuación para que aquellos que os sintáis llamados, os unáis a la iniciativa:
  1. Publicar en una entrada lo que supone para nosotros ser evangelizadores en la blogosfera.
  2. Pasar el "testigo" a otros cinco blogs. Cinco como cinco son las letras del nombre de MARÍA, y explicar el motivo por el que se eligen cinco blogs en honor a nuestra Madre. Hacer una oración a la Virgen María por cada una de las personas que están detrás de cada uno de esos blogs.
  3. Que cada uno de los blogs elegidos lo anunciemos en dicha entrada con su respectivo nombre , así nuestros seguidores podrán descubrir otros blogs y de ese modo irnos conociendo.
A continuación os cito 5 blogs que son evangelizadores en la red:

domingo, 2 de septiembre de 2012

IESU COMMUNIO: "Una luz distinta"

Desde que hace casi seis años conocí a las entonces Hermanas Clarisas de Lerma (hoy Hermanas Iesu Communio), he estado tratando de poner palabras a la respuesta a una pregunta: ¿Qué hace que su casa sea un lugar distinto de otros lugares?
La respuesta a esa pregunta yo la sé. Diría más, cada vez que las visito recibo nuevos argumentos que concretan aún más dicha respuesta. Pese a ello, no encuentro las palabras para explicarlo y cuando alguien me plantea directamente esta misma pregunta sólo sé explicarlo diciendo: "Tienes que conocerlas".
Ayer tuve la oportunidad de visitarlas. Celebrábamos la profesión simple de la Hermana Samaritana de Jesús y no quisimos perdérnoslo. Presidió la Eucaristía el Padre Santiago ("Santi" para ellas) y, curiosamente, comenzó su homilía con esta pregunta que enunciaba al principio. Inmediatamente conecté con su predicación y, de verdad, fue muy interesante. Tuvo el acierto de concretar en una sola palabra la respuesta a esa pregunta.
¿Qué hace de "La Aguilera" un lugar distinto de otros lugares? LA FE.
Alguna vez os he hablado de su "autenticidad", de que lo que dicen y hacen es "verdad", que expresan lo que sienten, que nada es aprendido ni forzado, que todo les sale de dentro, etc. Pero la respuesta de "Santi" ha puesto palabras a lo que tantas veces he querido expresar y no sabía.
La LUZ que irradian no es otra cosa sino la luz de la fe en Cristo Vivo. No sólo lo creen, sino que lo viven. Su fe no es un perchero del que "colgar una serie de dogmas y normas" (la frase es casi literal de "Santi"); no, es una fe de respuesta a una llamada, de respuesta diaria a la llamada del Amado. Como ayer la Hermana Samaritana respondía por tres veces "Sí quiero". Una respuesta que no es diferente del "Fiat" de María: "Hágase Él en mí".
Y esta es la luz que irradian. La luz de unas criaturas que se sienten amadas por su hacedor, tomadas por Él; y que ante el descubrimiento de este cortejo diario del amado sólo saben decir: "aquí estoy". Y esto les llena de felicidad y les colma por completo. ¿El qué? El Amor del Amado.
Y ellas lo expresan así, con sencillez, unas veces con sus experiencias y otras con cantos o bailes; pero sobre todo con sus vidas, con sus rostros, con sus miradas.
Cuando ayer dejábamos La Aguilera para regresar a casa, el Señor nos sorprendió con esta preciosa puesta de sol. Quizás Él también quiso dar un matiz más y responder a la pregunta. No lo sé. Lo que sí sé es que en esta casa, como en pocos lugares, se percibe una "luz diferente", la luz que irradian unas mujeres enamoradas de Dios. Luz que no tiene su origen en normas, dogmas, leyes o fundamentalismos de ningún tipo sino en la fe. En una fe que les empuja cada momento a correr en socorro de las almas heridas, como el buen samaritano, sin escatimar en gastos. Incluso, como dijo "Santi" con excesos de amor. Estos excesos de amor surgen de la donación gratuita de un Dios Vivo, no pueden ser humanos. La solidaridad humana se queda corta ante los excesos de amor que nos regala Cristo.
Y todo para intentar calmar la sed del crucificado que con un grito, desde la cruz, clama: "Tengo sed". Igual que le pide a la mujer samaritana: "Dame de beber", y ante esa petición no caben los voluntarismos, ni el esfuerzo humano, ni nuestra fuerza de voluntad. Lo único que cabe es la respuesta de estas mujeres, las respuestas de "Samaritana" ayer: "aquí estoy", "hágase Él en mí", "sí quiero", "sí quiero", "SÍ QUIERO".